LOS NIÑOS DEL AMAZONAS

Autor: Daniel Coronell

Editorial: Aguilar.

Por: Antonio Picazo. Escritor y periodista. Especializado en reportajes de viajes. Es crítico de literatura de viajes, naturaleza, antropología y narrativa.

Entre la magia y la milicia…, y la casa sin barrer

El 1 de mayo de 2023 y en un lugar de la selva colombiana de Guaviare, en el departamento de Caquetá, al sur del país, una avioneta, a bordo de la cual viajan siete personas, tres adultas y cuatro niños, estos de 13, 9, 4 años y un bebé de 11 meses, se estrella en la jungla. En el accidente mueren los tres adultos. Los niños sobreviven milagrosamente al siniestro, pero quedan perdidos en la selva durante 40 días.

         En el libro Los niños del Amazonas, el periodista colombiano Daniel Coronell cuenta la historia no solo del accidente en sí, sino de manera especial y en detalle, del rescate de los niños perdidos en plena floresta.

         Lo que ocurre es que el relato de Coronell resulta un tanto atropellado, como contado con prisa (periodista al fin) y en algunas fases de la narración, confuso; demasiados puntos de información y una no muy bien administrada renta de los testimonios y los documentos obtenidos. Y es que al servirse de diversas fuentes y no dejar claras cuáles son, el resultado queda inevitablemente difuso, cuando no desordenado. A libro le haría falta un esquema básico para seguir el desarrollo de la operación general. Pero es que, además, existen constantes fallos de redacción y expresión. Todo está descrito bajo ese tan a veces bailón lenguaje y enfoque periodístico, apresurado y con intención de llenar y llenar (engordar) de páginas el conjunto de un texto.

Desde luego, el castellano en el que se expresa el autor de Los niños del Amazonas es bastante flojo, con frecuencia y en ciertos pasajes, parece un mero dialecto. Coronell escribe mal, y no me refiero solo a los modismos empleados, o a las propias expresiones localistas de los selváticos o militares, sino que hay frases que, sencillamente, no se entienden, poseen un léxico incomprensible, no está cuidado, o en todo caso su adaptación es muy deficiente. Todo ello es innecesario en un relato que podía haber resultado claro y sin los siempre molestos para lectura, ruidos de pobre estilismo.

         Menos mal que el activo y atractivo que acude en socorro y salvamento del libro es cuando aparece esa diferencia de comprensión del mundo, del medio, del terreno, de la selva, que hay entre los indígenas, o semiindígenas, frente a los militares o gentes extrañas a la propia selva, pero que están destacadas en esa zona. Toda esa distancia separadora llegó a perjudicar la búsqueda de los niños accidentados y extraviados en el gran bosque.

Y es así como inevitablemente surge la inclinación de darle movimiento y entidad propia a la selva. Más que nada como continente, o si se quiere, como contenedor de fenómenos extraños o inexplicables. El ver la selva como un todo con vida propia, tanto física como espiritual. Los indígenas así la entienden y en buena medida la comprenden. A los “civilizados”, urbanos o cuarteleros, les cuesta comprender eso y ahí viene el conflicto comunicativo. Los extraños a la jungla no tienen mucha idea de todo esto, solo ven la selva como algo hostil, a veces bello y siempre llamativo, pero hostil.

Aunque, eso sí, quizá en el ambiente del libro se cargue mucho más el peso e importancia a los duendes de la selva y su influencia en el espacio visionario del chamanismo selvático. Como si el encuentro y rescate de niños hubiese sido una solución casi enteramente mágico-animista, nada racional. Demasiado espiritual y chamánica, algo que, en los momentos del hallazgo de los famélicos y deshidratados niños, colisionó con la premura de sacarlos urgentemente en un helicóptero militar, frente a la paciente espiritualidad indígena que reclamaba y exigía tiempo para la celebración de un rito por el rescate, en vez de llevar a los chiquillos lo antes posible a un centro médico. De nuevo un pulso entre magia y ciencia. Mientras, la casa  sin barrer.

        Lo mejor:       

        -La interesante controversia provocada por la manera de ver y hallar una solución urgente: Bien desde la magia y espiritualidad selvática, bien desde la razón y los medios modernos de salvamento.

        Lo peor: 

-La manera, a veces confusa, con que el autor narra tanto el propio accidente aéreo, como el rescate de los niños perdidos en la selva. También la no muy cuidada expresión y el uso de términos incomprensibles, y no explicados, que aparecen a lo largo del libro.

-El relato de la escena del rescate y transporte nocturno -y con lluvia- de los niños. Operación de gran dificultad mediante helicóptero, sobre la selva oscura y sin referencias. Demasiados riesgos y peligros. No es creíble.

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